Puede parecer que hacer testing tiene como objetivo principal reducir el número de bugs y, aunque este es un efecto colateral muy interesante que tiene esta práctica, en mi opinión no es ni de lejos el que más valor nos puede aportar.
Razonar más y mejor sobre el problema es sin duda el superpoder que nos garantiza hacer testing a distintos niveles, siendo el diseño de nuestro software el más beneficiado al final del proceso. Por supuesto, si el diseño de nuestro código es mejor, será más sencillo de entender y, como decía Martin Fowler, más barato de modificar. Y es que en esta última afirmación podemos ver de una forma más clara la confluencia entre objetivos técnicos y objetivos de negocio.
En este y próximos artículos analizaremos las motivaciones que surgen en esta frontera tan difícil de negociar y cómo puede resultar mucho más sencillo hacer visible su valor si estos objetivos se mantienen alineados con los de negocio. Pero, vayamos poco a poco y centrémonos hoy en analizar cómo testing nos puede ayudar a conseguir que nuestro flujo de entrega sea más sostenible.